«Nunca más en nuestro país vamos a permitir que se trabaje en condiciones tan inseguras y tan inhumanas como se trabajaba en la mina San José y en muchos otros lugares», indicó el presidente chileno. Como si la corporación empresaria de la que es líder absoluto, nada tuviera que ver con los peligros de husmear y horadar en el inframundo en condiciones dictadas por la especulación. Peor aún, esa confesión preñada de hipocresía del mandatario de la sonrisa indeleble, solo desnuda la subordinación de la autoridad política a los mismos agentes depredatorios, en términos de riqueza natural y obligaciones fiscales, que tuvieron en Pinochet su más fiel y pérfido promotor en la era contemporánea.
Los días pasan y el rumor de la tragedia se va apagando, siguiendo la lógica indestructible del mercado. Subrayando la futilidad del Hombre. Si la esperamos pacientemente, sobrevendrá otra historia que merezca ser contada en clave de hermandad universal.
Con presteza, el poder configuró un escenario de heroicidad, al amparo de las variadas desdichas de otros tantos seres humanos que volvieron a la vida, después de enterrar compañeros. Héroes, dice el Poder; no Víctimas, como sentenciaría cualquier observador mínimamente informado de las condiciones de trabajo en las minas del subdesarrollo. En el caldero del heroísmo, se disuelve la angustia colectiva. En el arrebato místico, la búsqueda de los responsables.
«Nunca más en nuestro país vamos a permitir que se trabaje en condiciones tan inseguras y tan inhumanas como se trabajaba en la mina San José y en muchos otros lugares», indicó el presidente chileno. Como si la corporación empresaria de la que es líder absoluto, nada tuviera que ver con los peligros de husmear y horadar en el inframundo en condiciones dictadas por la especulación. Peor aún, esa confesión preñada de hipocresía del mandatario de la sonrisa indeleble, solo desnuda la subordinación de la autoridad política a los mismos agentes depredatorios, en términos de riqueza natural y obligaciones fiscales, que tuvieron en Pinochet su más fiel y pérfido promotor en la era contemporánea. Más, el Piñera presidente, es el hermano de aquel Piñera ministro de la dictadura que en 1981 privatizó la explotación minera, dejando al arbitrio de la “mano invisible” la salvación o el réquiem por los factores de producción trasandinos; o sea, seres humanos sin opciones.
La seguridad jurídica es casi una letanía en boca de los inversores. Ellos saben en qué molde vuelcan sus intereses para conseguir la mejor torta. Pero como decía Juan Bautista Alberdi: “saber de leyes no es saber Derecho”, la globalización financiera ignora con brutal indecencia, el principio de ciudadanía tibutaria. Una fuente confiable regresa de la historia para ilustrarnos.
Juan José Cademartori, ministro de Economía de Salvador Allende en 1973, sostiene que la filial de Exxon , Disputada Las Condes, no pagó impuestos a la renta desde su radicación en 1978, hasta su venta en 2002. Sin embargo, el Ministerio de de la Concertación le entregó el premio de “Calidad Total”… Agrega que las empresas privadas producen casi 2/3 del total pero aportan 1/3 de los impuestos del sector cobre – la patria de Víctor Jara sigue siendo el mayor productor mundial de cobre- de este modo, la estatal CODELCO se debate en desventaja para competir en su propio territorio. En Chile, hasta el año 2005 no existía ningún tributo a la extracción de recursos naturales no renovables. Tampoco el Estado cobra por los derechos del agua.
Los dientes de cobre chilenos, recordando a Galeano, siguen mordiendo los sueños de reparación…
Manuel Riesco, del Cenda filial Chile, asegura que las empresas mineras no pagan impuestos, solo anticipan un 17 por ciento de sus utilidades que luego sus dueños imputan como crédito a sus propios impuestos a la renta, cuya tasa máxima suele ser del 35 por ciento. Mientras en el resto del concierto minero mundial el porcentaje del impuesto de las empresas tomado como crédito al impuesto de los dueños es 0, en Chile es del 100 por ciento. La maniobra fraudulenta es un canto a la desregulación fáctica que esconde el Milagro Chileno.
En el plan de reconstrucción –una reforma tributaria, en rigor- el gobierno quiere un paquete que incluya los royalties mineros. Hasta ahora no es más que un impuesto a la actividad, no derechos reales por el despojo. Recordemos que desde Ricardo Lagos, sobrevive la invariabilidad tributaria cuyo final recién se daría en el año 2025: un gesto, entre la estulticia y la miopía de las economías dependientes. La senadora por Atacama Isabel Allende, salió a cruzar a Piñera diciendo que se le haría mucho daño – a un país dañado- si la administración se resignara a recaudar solo 300 millones de dólares de la gran minería, cuando este año tendrán utilidades netas por más de 12 mil millones. El gobierno deberá invertir 10 mil millones del sector público en la reparación. Esa discusión parlamentaria será clave para redefinir el cuadro de adhesiones. Con los mercados o con los desdichados. Porque en Chile se cuentan por miles los caídos del Milagro. Y, vaya novedad, la brecha entre ricos y pobres crece sin freno. Los datos de la encuesta Casen realizada el año pasado, indica que la población en condiciones de pobreza aumentó del 13,7 por ciento en el 2006, al 15,1 por ciento en diciembre del 2009. Del mismo modo, la brecha entre el 10 por ciento de los que más ganan, con el 10 por ciento de los que menos ganan, es de 30 veces… Y pensar que John Stuart Mill decía que “uno de los rasgos de la democracia era la similitud entre las condiciones de vida de gobernantes y gobernados”…
En las profundidades del Sumaj Orco, la desangrada mina potosina, Dios y el Diablo entablan un ensayado pleito por ganarse los favores de los intrusos. Pero, no hay vueltas, invariablemente siempre gana El Tío – Zupay- porque son sus territorios, según la construcción blanca del lugar donde habita el Creador. Para los mineros es una síntesis de pragmatismo forzado. El Poder, reconoce con habilidad que la Fe sublima los fervores ciudadanos. Y habla de Milagro.
John Carroll sostiene que “a falta de mejores perspectivas, sigue habiendo necesidad de héroes y de relatos morales acerca de la lucha, el éxito y el fracazo”…en lo alto de la mina San José, la corrección política se encargó de la tarea. Las heridas que a la política le sigue produciendo el mercado, deben ser restañadas como un imperativo humanitario; carece de todo fundamento histórico seguir negando la estructura vejatoria de un capitalismo que viene por más. Mientras tanto, el horror del socavón ardiente, el pozo amargo de la tragedia, vive en cada uno de los mineros. Símbolos de una opresión que en América Latina arde con llama inagotable.
Néstor Pérez / Periodista
