Grave es el asedio de una tragedia planetaria que nos lleva a transitar la hora más amarga desde que comenzara el siglo. Ya casi no queda madero al que asirse en esta lento naufragio. Y todo podría salir peor si cundiera la desesperación colectiva. En este desmadre descomunal, el gobierno de Alberto Fernández no solo no logra desatarse de los desafíos judiciales y políticos que componen el día a día de CFK, sino que elige una vía muerta hacia la conciliación de intereses naturalmente en colisión. Este nuevo instrumento que pone en juego la Defensoría del Público, busca el filo en la misma piedra donde se estrellara cada intento de limitar el ejercicio de una prensa que podría no buscar, necesariamente, erigirse en pieza de artillería para demolerlo. Aún asumiendo que ese dispositivo está tan activo como siempre, es imprescindible tomar la perspectiva adecuada para encontrar un punto de apoyo al exámen de este Nodio, creación de la Defensoría del Público. El cronista opina que la pretensión de decirles a los periodistas que deben y cómo deben informar es un gesto autoritario que se seguirá estrellando en el descrédito social; Nadie aplaude, salvo, naturalmente, el cerrado núcleo duro del kirchnerismo, lo cual es lógico.
Por mucho empeño que se ponga en negarlo, Nodio juega con la memoria y pretende ganar la partida a favor de la censura previa y la crispación de quienes ya detestan el resurgimiento de una opción política como el peronismo, resurgido luego de elecciones libres. Buscando desactivar operaciones que conduzcan al odio dirán los fundamentos, como si el odio no tuviera entre nosotros siglos de vida, y como si ese odio no encontrara en filas oficialistas el alimento que le da vigencia; no muchos días atrás, la estúpida expresión de uno de sus íconos mediáticos vuelve estéril cualquier defensa, algo así como que tenía ganas de pasarles por arriba a los cambiemitas con un camión cuando se juntaron a protestar, ¿se puede ser tan imbécil?…Sí, y no hay quien lo haya reconvenido por esa incitación a que otros hagan lo que él no puede.
«No existe intención alguna de llevar adelante ni el control, ni la supervisión de la tarea de la prensa, actividades que son incompatibles con las funciones» de ese organismo autárquico dice Lewin, y sigue, «aportará una mirada desde el estudio cualitativo y cuantitativo de la violencia simbólica y noticias maliciosas ya emitidas». Vamos de nuevo, ¿violencia simbólica no fue lapidar a periodistas en la plaza pública? (ahora hay un intento de Nicolás Alessio para repudiar a los Leuco, Majul y esos, la idea es casi la misma)¿No hubo violencia simbólica cuando te buscaba Afip, luego de una acción o una opinión contraria al gobierno?…Habría que preguntarle a uno de los abogados más comprometidos con las causas populares si no se sintió amedrentado cuando le tocó en desgracia una visita semejante (omito su nombre para no comprometerlo). O cuando la Jefa del Estado (CFK) le quito de la mano – como a un peón la pala – el micrófono a un periodista de Canal 7 diciéndo, “éste es el mío”, no habrá pensado ese trabajador de prensa que se descargaba sobre él toda la violencia simbólica de que es capaz un superior, no pudiendo más que reír forzadamente?…”Yo podría estar en mi mansión, animal, y estoy acá con vos”, ¿se acuerdan?…la esposa del Alperovich todopoderoso en una provincia donde lo que sobran son ausencias; rica de toda riqueza la política arremetiendo con insultos a una pobre tucumana, ¿esa violencia simbólica de una mujer del entonces oficialismo, por qué no provocó la amonestación de quienes hoy esgrimen este instrumento polémico, ineficaz y peligroso.
Arriba digo “autocensura” dejando tan claro como me sea posible: la fragilidad expone mucho más a cualquier trauma, cual sería desobedecer una orden de “no emitir” un dato o pieza informativa cuando alguien importante del gobierno fuera el protagonista. ¿Olvidamos ya lo sucedido con las periodistas de Villa María que anticiparon la imputación al Secretario de Obras Públicas de la Nación Martín Gil?…los dueños, pauta dependientes, genuflexos e indulgentes, las despidieron sin más trámite ¿Cuantos/as otros/s se callarían antes de poner en riesgo sus trabajos, sabiendo que Nodio escruta?…
En definitiva, la idea de esta columna es no eludir esto que aparece en la esfera de la libertad de expresión, sin escrutar acabadamente un intento confuso de detener la violencia simbólica en redes sociales, medios autogestionados y masivos. El gobierno no tiene derecho a calificar un “periodismo de calidad”, solo le cabe exigir apego a las leyes, so pena de sufrir las consecuencias. Es la misma lógica que subyace en el hecho criminal, ¿la ley impide el asesinato?…no, claro que no. La ley no se entromete en el recorrido del puñal o la bala, solo una vez cometido el crimen recaerá sobre el “sospechado” la persecución legal. ¿Vamos a avalar que se invierta el proceso?…Ojalá yerre en cada una de mis conjeturas, las que me dicta la experiencia de memoria corta. Atrás en el tiempo, los ejemplos nos arrebatan de enseñanzas.
